domingo, 18 de septiembre de 2011

Tartaletas con tomatitos, queso y semillas de amapola

La gracia de esta receta es que podemos personalizar el relleno a nuestro antojo y jugar con los sabores y los colores. Yo creo que voy a hacer toda la colección porque las posibilidades son infinitas...verduras, quesos, frutos secos, pescado, carne, hierbas, salsas, siempre son un entrante divertido y apetecible. En casa, no hemos esperado a que se enfriaran, para qué ?



Ingredientes:

Para las 12 tartaletas:

225 gramos de harina
100 gramos de mantequilla
1 huevo
2 cucharaditas de semillas de amapola
agua fría
una pizca de sal
  

Esa sustancia negra no es carbón liofilizado, sino semillas de amapola

 Para el relleno de las 12 tartaletas:

24 tomates mini
25 gramos de mantequilla
25 gramos de harina
270 mililitros de leche
50 gramos de Cheddar curado
100 gramos de queso cremoso
albahaca fresca
1 cucharada de aceite de oliva
mantequilla para untar los moldes


Pasos:

Paso 1: Con los ingredientes de la masa, y después de tener la mantequilla a temperatura ambiente durante un buen rato, la mezclamos con la harina, la sal y el huevo. Añadimos las dos cucharaditas de semillas de amapola y amasamos. Luego para que se una la masa añadimos, cucharada a cucharada, agua templada. Brisamos, o sea, aplastamos dos o tres veces la masa con la palma de la mano. 
 
Paso 2: Dividimos la masa en 12 porciones y luego ya podemos sentarnos un ratito porque tenemos que hacer el trabajo de artesanía, que es moldear los 12 huecos manualmente. Se tiene que hacer todo con los dedos porque si estiramos la masa con el rodillo al forrar los huecos nos quedarían demasiados pliegues que tendríamos que retocar. Guardamos los moldes en la nevera durante una hora aproximadamente.

Paso 3: Precalentar el horno a 200 º C durante 20 miutos con el fuego arriba y abajo. Poner los tomatitos en una bandeja, y rociar con un poco de aceite. Asar los tomates durante 5 minutos. Luego sacar los moldes de las tartaletas del frigorífico, pinchar el fondo y poner papel y pesos de cerámica para que no se abombe la masa. Se cuecen, igualmente, a 200ºC con el fuego encendido arriba y abajo a la vez y sin aire, durante 10 minutos, en posición media-baja.  

Paso 4: Con los ingredientes del relleno hacemos una bechamel, poniendo en un cazo primero la mantequilla, luego la harina y dejamos dorar un poco. A continuación añadimos la leche, mezclando con batidor de globo y después salpimentamos y ponemos un poco de nuez moscada que le da un sabor exquisito. Los quesos elegidos en esta ocasión han sido Cheddar curado rojo y un queso en crema de cabra, con sabor más fuerte. Una vez tengamos lista la bechamel le añadimos los quesos y removemos hasta que se deshagan.


Paso 5: Quitamos el papel y los pesos de las tartaletas, las rellenamos con un par de tomates mini y repartimos la crema de queso. Volvemos a hornear, esta vez en posición media-alta, para que se doren por la superficie, a 200º C durante 20 minutos.

 
Paso 6: Dejar templar y comer


Nota: El queso Cheddar le da muy buen sabor al relleno, pero las semillas de amapola no le aportan nada a la masa, así que las prefiero en plena naturaleza

sábado, 17 de septiembre de 2011

Torraditas de Santa Teresa "Souflées"

Introducción:

Un postre con dos opciones, aprovechar sobras o "Quedarte" con los comensales. Una receta sencilla de Carme Ruscalleda, con sabor delicado y olor a tomillo fresco, las torrijas ideales, sin grasa y con pocas complicaciones.

Además de impresionarme la capacidad de creación de esta cocinera, siempre me ha llamado la atención su maestría para sacarle partido a la huerta y a los productos de temporada con una sencillez increíble, y buen ejemplo de eso es su famosa "Fideuá vegetal". 

En esta ocasión me he enamorado de esta receta antigua, reinventada por una de las mejores cocineras del mundo, y desde luego su sabor ha estado a la altura. Me alegra tenerla en mi colección.


Ingredientes:

60 gramos de pan seco
300 gramos de leche
un pellizco de canela
2 huevos
20 gramos de azúcar
15 gramos de licor (yo he usado ron moreno)
40 gramos de pasas sin hueso
4o hojitas de tomillo limonero fresco
unas gotas de aceite de oliva
azúcar moreno para espolvorear
piel rallada de una naranja

En cuanto a los ingredientes es muy importante añadir alguna hierba aromática, porque el horno acentúa los olores y aunque solamente pongamos unas pizcas de tomillo, realza mucho el sabor y la presentación. Y procurar tener un poquito de canela comprada a granel en alguna tienda que vendan buenos frutos secos. He comprado durante tanto tiempo la canela envasada que venden en el supermercado, que se me había olvidado como huele de verdad esa especia. La diferencia es abismal, así que si queréis un postre de diez...ya sabéis.

Previos:

1) Ponemos las pasas en remojo con agua caliente un ratito y las dejamos sobre un papel
2) Cortamos en pan seco en lonchitas de medio centímetro
3) Cortamos y lavamos las hojitas de tomillo
4) Embadurnamos 6 moldes individuales para horno, con aceite y espolvoreamos con azúcar moreno. 



Mezcla de huevos con azúcar y licor

Preparación:

1) En un cazo dejamos hervir la leche con el pellizco de canela y la ralladura de naranja
2) Extendemos las rebanaditas en una fuente pequeña y poco honda
3) Echamos la leche encima de ellas y las dejamos mientras terminamos la preparación
4) En un bol montamos los huevos con el azúcar y el licor hasta que estén muy firmes
5) Mientras batimos los huevos precalentamos el horno, fuego abajo, con aire, a 200º C durante 20 minutos 

Montaje:

1) Poner una rebanadita de pan, una cucharada de la espuma de huevo y algunas pasas
2) Repetir hasta llenar el molde y un poco más, terminando con la espuma de huevos, unas cuantas pasas, unas hojitas de tomillo y una pizca de azúcar moreno
3) Metemos en el horno en posición media-baja, sin cambiar la temperatura alcanzada y dejamos los souflées 12 minutos con el fuego abajo.

Aunque baja un poco después de sacarlos del horno, el mejor sabor lo tendremos si lo tomamos templado. Y cuanto más rústico sea el acabado, más apetecible resulta.  

Resultado:




Ha sido divertido hacerlo, y probarlo. Un postre completo, y de estrella !!!
  

lunes, 5 de septiembre de 2011

Tarta de queso horneada



Introducción:

Si hay alguna receta que todos hemos hecho alguna vez en la vida es la "Tarta de queso", así que se elevan al infinito el número de recetas que existen. Yo creo que es como la tortilla de patatas que cada familia le pone su toque.

En esta receta, y en general en toda la pastelería casera, la preparación es sencilla pero cuando la receta necesita cocción el resultado ya es más aleatorio. Las tartas de queso para podernos aclarar un poco con ellas, es preferible dividirlas en dos grupos, las horneadas y las que se preparan en frío, y como yo siempre elijo el camino más complicado,  me he decidido por esta receta clásica que todo buen cocinero/a debe tener en su curriculum. Aunque tengo que confesar, que la suave acidez de esta tarta me vuelve loca, y no es la primera vez que la hago, pero siempre hay algún detalle que mejorar.

Mi receta particular comienza de una forma muy simple, me la recomienda una compañera de trabajo hace algún tiempo diciéndome que solamente tengo que batir los ingredientes y listo. Era muy rica entonces, pero a eso le he ido añadiendo toques de aquí y de allí, y lo que en un principio no tenía base, ahora la tiene y lo que era una combinación de yogures y queso cremoso, ha pasado por varios tipos de queso fresco hasta volver de nuevo, a la antigua combinación, con algún añadido que ha mejorado el resultado.


Con las tartas de queso hago lo mismo que con mis fotografías, hacer cambios casi imperceptibles para ir mejorando poquito a poco el resultado. Prefiero que una tarta me quede "bordada" antes que tener veinte tipos que me queden "aceptables". Tan sólo hay una combinación más atrevida y actual que aprendí de Mey Hofmann con base de galletas saladas, relleno de queso y mantequilla y cubierta de frambuesas, que por ser más original, puede competir en mi ranking con la clásica tarta de origen griego afincada en New York.

¿Quieres saber porqué tiene esta tarta más de doce siglos de existencia?

Ingredientes de la base:

100 gramos de harina
50 gramos de mantequilla
1 yema de huevo
20 gramos de azúcar
2 cucharadas de agua
1 pizca de sal
un poco de ralladura de limón


Ingredientes del relleno:

400 gramos de queso fresco blanco y cremoso (2 tarrinas)
360 gramos de queso de rulo de cabra  (2 mini rulos)
3 yogures naturales
200 gramos de azúcar
120 gramos de harina de maíz
6 huevos
ralladura de 1 limón



Estos son los ingredientes básicos, aunque tenemos que añadir algo de acompañamiento si nos apetece. Yo en esta receta he elegido 225 gramos de moras silvestres, 160 gramos de azúcar y un chorrito de limón y he hecho una compota de moras, reservando algunas para el adorno.

Y un pequeño detalle para pintar la tarta antes de consumirla, es deshacer un par de cucharadas de mermelada con una cucharada de agua y unas gotas de limón al fuego. Luego añadimos una hoja de gelatina previamente remojada en agua fría. Colamos y guardamos ese almíbar para embadurnar la tarta y que mejore su apariencia. 




Preparación: 

Imprescindible decidir con alguna antelación que vamos a hacer la tarta, porque la mantequilla tiene que estar blanda y fuera de la nevera. Así que eso es lo primero de la fase de preparación. Luego como el relleno y la base necesitan una hora de reposo en el frigorífico, podemos preparar las dos cosas a la vez y a continuación empezar a hornear.

Para la base ponemos todos los ingredientes en una bandeja y empezamos a mezclar poco a poco con los dedos. Esta masa es la que más me gusta hacer de repostería y eso es seguramente porque es muy sencilla y siempre sale bien. Tenemos que hacer migas con toda la masa y a continuación echar agua, cucharada a cucharada, hasta que la mezcla se una. Brisamos dos o tres veces, o sea, apretamos con la palma de la mano sobre la masa en la superficie de trabajo. Es una masa que no debemos trabajar mucho porque al contacto con el calor de las manos se ablanda. En pocos minutos estará lista y la extenderemos en un molde redondo y desmoldable de 23 centímetros de diámetro y 8 centímetros de altura. Pinchamos con un tenedor y dejamos el molde en la nevera.



Para el relleno batimos todos los ingredientes lo más suavemente posible para no incorporar aire a la mezcla y la refrigeramos una hora. En cuanto a los ingredientes del relleno es muy importante darle el toque del limón, que se complementa de maravilla con el queso, y no prescindir del queso de cabra porque mejora el sabor considerablemente. La proporción de azúcar está ajustada para que la tarta tenga por sí sola, sin la intervención de ningún acompañamiento dulce, un equilibrio acertado entre acidez y dulzor, que es lo importante en esta preparación.



Como no me gusta sobrecargar un buen postre con un exceso de azúcar he preferido dejar la tarta libre de cubiertas superdulces y he optado por servir un poco de compota de moras en mini tartaletas hechas con la misma masa brisa de la base de la tarta. Para ello he hecho la cantidad de ingredientes de la receta multiplicados por 1,5. Y el 0,5 es la cantidad que he utilizado para esas tartaletas. Las he horneado 15 minutos a 200º C y los he rellenado. Cada uno en función del dulzor que prefiera puede servirse una, dos o más tartaletas para acompañar la tarta.

Precalentamos el horno durante 20 minutos a 200ºC, fuego abajo y sin aire y con la bandeja en posición media-baja.  Sacamos de la nevera el molde, ponemos un papel de horno y pesos de cerámica o legumbres encima para que la masa quebrada no suba al calentarse. Lo metemos en el horno que bajaremos a 175 ºC, dejando que se cueza la base durante 15 minutos. Abrimos el horno, retiramos el papel con los pesos, y sin sacar el molde del horno añadimos poco a poco el relleno y programamos 100 minutos a 150º C.




Cuando transcurra la hora y cuarenta minutos, ni se nos ocurra sacar la tarta del horno. Es una preparación muy diferente a un bizcocho, y tiene que enfriarse lentamente, sin brusquedades, así que la dejamos dentro del horno con la puerta cerrada. Si el bizcocho genovés se tira al suelo para que no disminuya de volumen al enfriarse, la tarta de queso no se tiene que enterar de que apagamos el horno porque es tan frágil que se resquebraja. Y para nada tenemos que poner aire al cocerla, porque ni lleva levadura ni necesita subir.

Un vez fría, la sacamos del escondite, la pintamos y a lucirla y a comersela. 



Elige un buen acompañamiento y un buen acompañante y que aproveche !!!